Con sangre de hermanos

Con sangre de hermanos
“Erick Aguirre cuenta en esta novela historias de la juventud teñidas con sangre de hermanos. Es una novela que trata de vidas adolescentes que se desplazan en un escenario singular, el de la guerra de liberación en contra de una tiranía, de la que son protagonistas, un escenario donde los ideales, en la medida en que los fulgores del día del triunfo van apagándose, no tardan en adquirir su propio peso, el de los recuerdos de la muerte, el del horror, el de los desengaños, el del cinismo, el de las ilusiones rotas. El autor habla como protagonista, y sus personajes también. La revolución que triunfó en 1979 en Nicaragua le presta realidad a la ficción, le presta vidas que contar, y muertes que recordar; es un fenómeno crucial y envolvente, que no ha dejado a nadie fuera del torbellino, y tampoco ha dejado inocencias intactas; de modo que es una novela que necesariamente debemos leerla como una confesión y como un juicio, el juicio de toda una generación que esperó todo del cambio y al fin se quedó con las manos vacías llenas de sangre, perseguida por los fantasmas de sus muertos. La redención de estos personajes, Gerardo Soto, Gregorio Suárez, no está en las consecuencias de la Historia que los envolvió en su vorágine, sino en el examen de sus propias vidas, y por eso el novelista es quien los redime contando lo que fueron, lo que les tocó. Y está, mejor que nada, en las palabras evocadoras con que la novela ha sido tejida, una urdimbre en la que el lector queda atrapado y la Historia, que siempre se sale con la suya y erige su trono sobre otra urdimbre, la de los destinos cruzados; también queda atrapada en toda su majestad y su miseria.” Sergio Ramírez
“Erick Aguirre cuenta en esta novela historias de la juventud teñidas con sangre de hermanos. Es una novela que trata de vidas adolescentes que se desplazan en un escenario singular, el de la guerra de liberación en contra de una tiranía, de la que son protagonistas, un escenario donde los ideales, en la medida en que los fulgores del día del triunfo van apagándose, no tardan en adquirir su propio peso, el de los recuerdos de la muerte, el del horror, el de los desengaños, el del cinismo, el de las ilusiones rotas. El autor habla como protagonista, y sus personajes también. La revolución que triunfó en 1979 en Nicaragua le presta realidad a la ficción, le presta vidas que contar, y muertes que recordar; es un fenómeno crucial y envolvente, que no ha dejado a nadie fuera del torbellino, y tampoco ha dejado inocencias intactas; de modo que es una novela que necesariamente debemos leerla como una confesión y como un juicio, el juicio de toda una generación que esperó todo del cambio y al fin se quedó con las manos vacías llenas de sangre, perseguida por los fantasmas de sus muertos. La redención de estos personajes, Gerardo Soto, Gregorio Suárez, no está en las consecuencias de la Historia que los envolvió en su vorágine, sino en el examen de sus propias vidas, y por eso el novelista es quien los redime contando lo que fueron, lo que les tocó. Y está, mejor que nada, en las palabras evocadoras con que la novela ha sido tejida, una urdimbre en la que el lector queda atrapado y la Historia, que siempre se sale con la suya y erige su trono sobre otra urdimbre, la de los destinos cruzados; también queda atrapada en toda su majestad y su miseria.” Sergio Ramírez