Pura Vida: Vida & muerte de William Walker

Pura Vida: Vida & muerte de William Walker
Llegué a América Central hace algunos años con el proyecto de escribir la vida de William Walker, el aventurero norteamericano del siglo XIX quien había emprendido una expedición catastrófica en México, y más tarde se había hecho elegir presidente de Nicaragua, antes de finalizar fusilado en Honduras. Yo supe de su existencia en La Habana. Mientras recorría estos países en busca de las huellas de su ejército fantasma, me pareció que esta región del mundo, durante los últimos dos siglos, no había sido menos avara en héroes, traidores y cobardes que las provincias griegas y latinas de la Antigüedad. Aquí también los hombres han soñado con ser más grandes de lo que eran en realidad, y a menudo fracasaron. Comencé a dar razón de las vidas de Simón Bolívar y de Francisco Morazán, de Augusto César Sandino, asesinado por el primer Somoza, o incluso del Che.50, un agente doble enviado para espiar al verdadero Che en la Sierra Maestra. A menudo me acuartelé en el fondo de las cantinas, de los bares y de las pulquerías. En Managua hice contactos con antiguos sandinistas que cuentan su revolución. En San Salvador me encontré algunas veces con exguerrilleros del Frente Farabundo Martí, cuyo último enfrentamiento de armas fue el ataque a la capital el 11 de noviembre de 1989, en el mismo momento en que los martillos atacaban ya el muro de Berlín. El tiempo restante leí con aplicación de estudiante los diarios, los del día y los más viejos comprados en Internet.
Llegué a América Central hace algunos años con el proyecto de escribir la vida de William Walker, el aventurero norteamericano del siglo XIX quien había emprendido una expedición catastrófica en México, y más tarde se había hecho elegir presidente de Nicaragua, antes de finalizar fusilado en Honduras. Yo supe de su existencia en La Habana. Mientras recorría estos países en busca de las huellas de su ejército fantasma, me pareció que esta región del mundo, durante los últimos dos siglos, no había sido menos avara en héroes, traidores y cobardes que las provincias griegas y latinas de la Antigüedad. Aquí también los hombres han soñado con ser más grandes de lo que eran en realidad, y a menudo fracasaron. Comencé a dar razón de las vidas de Simón Bolívar y de Francisco Morazán, de Augusto César Sandino, asesinado por el primer Somoza, o incluso del Che.50, un agente doble enviado para espiar al verdadero Che en la Sierra Maestra. A menudo me acuartelé en el fondo de las cantinas, de los bares y de las pulquerías. En Managua hice contactos con antiguos sandinistas que cuentan su revolución. En San Salvador me encontré algunas veces con exguerrilleros del Frente Farabundo Martí, cuyo último enfrentamiento de armas fue el ataque a la capital el 11 de noviembre de 1989, en el mismo momento en que los martillos atacaban ya el muro de Berlín. El tiempo restante leí con aplicación de estudiante los diarios, los del día y los más viejos comprados en Internet.